El oráculo de Pablo


“…En el sur de nuestro mapa

A pesar de la oscurana

Hay un pueblo amaneciendo”

Alí Primera

 

“Nadie es profeta en su tierra” dice el dicho, pero a mi me parece una doble mentira: lo primero es que al profeta le da igual la geografía, lo que dice o deja de decir lo hace por una necesidad apremiante e íntima,  no porque lo escuchen; lo segundo es que lo importante no es ser profeta en una tierra propia o ajena, lo que importa es la profecía de la tierra misma, el don de la visión profundamente enraizado en el sustrato. Augures del rumor telúrico, sibilas de las ocultas gargantas de la cordillera, esos son los profetas verdaderos.

Todo poema lleva algo de profecía en su interior, incluso los que son crónicas (a fin de cuentas un profeta no es otra cosa sino un cronista del futuro), conmemoraciones, epitafios, siempre hay algún empeño de futuro; o mejor dicho: son los poetas y poetisas seres dados a empeñar, en los versos, el futuro.

AMÉRICA INSURRECTA (1800)

 

NUESTRA tierra, ancha tierra, soledades,

se pobló de rumores, brazos, bocas.

Una callada sílaba iba ardiendo,

congregando la rosa clandestina,

hasta que las praderas trepidaron

cubiertas de metales y galopes.

 

Fue dura la verdad como un arado.

 

Rompió la tierra, estableció el deseo,

hundió sus propagandas germinales

y nació en la secreta primavera.

Fue callada su flor, fue rechazada

su reunión de luz, fue combatida

la levadura colectiva, el beso

de las banderas escondidas,

pero surgió rompiendo las paredes,

apartando las cárceles del suelo.

 

El pueblo oscuro fue su copa,

recibió la substancia rechazada,

la propagó en los límites marítimos,

la machacó en morteros indomables.

Y salió con las páginas golpeadas

y con la primavera en el camino.

Hora de ayer, hora de mediodía,

hora de hoy otra vez, hora esperada

entre el minuto muerto y el que nace,

en la erizada edad de la mentira.

 

Patria, naciste de los leñadores,

de hijos sin bautizar, de carpinteros,

de los que dieron como un ave extraña

una gota de sangre voladora,

y hoy nacerás de nuevo duramente

desde donde el traidor y el carcelero

te creen para siempre sumergida.

 

Hoy nacerás del pueblo como entonces.

 

Hoy saldrás del carbón y del rocío.

Hoy llegarás a sacudir las puertas

con manos maltratadas, con pedazos

de alma sobreviviente, con racimos

de miradas que no extinguió la muerte,

con herramientas hurañas

armadas bajo los harapos.

                                                                              Pablo Neruda.

 

Este es el oráculo de Pablo, o uno de muchos. En estos versos Neruda vaticina la esperanza como un hecho, la tristeza como una evidencia, el coraje como condición. Neruda llegó a ver al Chile enterrado o que creyeron enterrar los golpistas en 1973; pero la vida es tenaz y paciente, lo que ellos creían enterrar en la noche artificial de sus lentes oscuros, en realidad lo estaban sembrando.

Y hoy nace de nuevo, duramente, la maltratada esperanza de los chilenos, sostenida por la pura rabia de las comadronas adoloridas, inexpertas y amorosas.

Que noche tan larga, casi 50 años, porque la luz de la “transición democrática” que diseñaron y aprobaron los golpistas, es como el reflejo del sol visto a través de una ventana que han dejado abierta los carceleros. La búsqueda de una ruptura completa con una constitución que nunca tuvo el objetivo de representar a los ciudadanos, sino más bien de resguardar los privilegios y la impunidad de los militares traidores, es la manera de los chilenos de hacer saltar los barrotes finalmente y salir a ver, con sus propios ojos, el sol.

El tiempo es también un espacio físico, hay un tiempo que es América, un tiempo que es Venezuela y otro que es Brasil, Bolivia es un tiempo y México otro, el tiempo de Chile es Chile y todos son el tiempo que es América.

El tiempo me hace jugarretas, viví Los años que fueron Venezuela, veo el mes que está siendo Chile y los días que son Bolivia y me parece vivir y revivir lo que ya supe. Recuerdo que por el 2004 o 2005, aún con la resaca del paro petrolero y lockout patronal que hubo en Venezuela durante el 2003, emitieron en el canal 8, a lo largo de 3 días, “La batalla de Chile”. El espectacular documental de Patricio Guzmán sobre el Chile de Allende y como se orquestó la puesta en escena del golpe militar rompió mi espacio-tiempo, mis años y mis fronteras.

Durante esos días viví al margen del tiempo, habitaba una realidad colectiva durante el día y a la noche podía ver un largometraje que documentaba exactamente, y con 30 años de adelanto, el día a día de mi país. Los paralelismos entre lo que sucedió en Chile 1973 y lo que sucedió en Venezuela en el 2002-2003 eran evidentes, un teatrillo repetido, de un plagiador consumado, o al menos con la misma pobre inspiración.

Hoy veo las noticias que vienen de Chile y de Bolivia y siento que ahora soy yo, y más que yo son mi madre, mi padre, mis abuelas, mis tíos, etc;  el documental de carne y hueso en cuyas pieles, ojos, mano y lenguas están, con 20 años de adelanto, retratados los días que hoy viven los Chilenos.

Aprendí desde pequeño que patria es humanidad, a hablar de nuestramerica así, como una sola palabra, de mi patria grande. Afortunadamente soy capaz de sentir una tonada, una milonga, una marinera, una chacarera, un son, una petenera, con la misma intensidad.

Neruda no dudó un instante en llamar a Bolívar padre y como eso me hace su hermano me enorgullezco enormemente de la valentía de los chilenos, mis hermanos y espero que consigan respuesta a sus enormes y tan postergadas preguntas. Hoy el tiempo es Chile, que ha recibido a más de un familiar y con el que me unen lazos de verdadero amor; que ha dado tanta belleza al mundo. De donde son Violeta y Victor, Pablo, Gabriela y Nicanor, ¡Vicente, cómo no!, el maravilloso Patricio Manns, El Inti Illimani, el Quilapayún y Elizabeth. Hoy está en la mitad de ese tiempo largo, estrecho, aprisionado entre el potente Pacífico y la imponente cordillera, junto con mi familia de sangre y mis desconocidos hermanos, la necia esperanza, que tanta falta nos hace.